El secreto tras la dieta alcalina y nutrición celular
Ya hace tiempo, dejé de sorprenderme al descubrir algún dato científico sobresaliente pero olvidado en la historia, como si de algo insignificante se tratase.
Y creo que es importante mostrar este ejemplo:
Año 1931. Otto Heinrich Warburg (1883-1970) recibe el Premio Nobel de Medicina.
Este hecho es una de las más notables joyas de nuestra historia en el plano médico-científico.
El Dr. Warburg, doctorado en medicina y en química, recibió este premio ni más ni menos que por haber hallado la causa primaria y la prevención del cáncer.
Este importante descubrimiento estaba basado en su investigación sobre la respiración celular al demostrar que las células utilizan oxígeno.
Hoy en día ya sabemos que la enfermedad comienza en nuestras células.
Por esto el Dr. Warburg buscaba la curación a nivel celular mediante la ingestión de los “micronutrientes” naturales que necesitan las células.
Estas son algunas de sus importantes afirmaciones:
«La falta de oxígeno y la acidosis son las dos caras de la misma moneda”.
“Los tejidos cancerosos son tejidos ácidos, mientras que los sanos son tejidos alcalinos».
«Todas las enfermedades son ácidas y donde hay oxígeno y alcalinidad no puede existir enfermedad, incluido el cáncer».
En su estudio pudo comprobar que las células cancerosas viven en ausencia de oxígeno y en un medio ácido.
Aquí entra en juego la gran lucha de la vida por el equilibrio.
Y nuestro cuerpo mueve cielo y tierra por mantener dicho equilibrio. Esto es a lo que llamamos homeostasis.
De todos los equilibrios que el cuerpo batalla por mantener, el más importante es el del pH interno. En este sentido hay que destacar algunos puntos:
- El fluido o líquido amniótico en el que pasamos los 9 primeros meses de nuestra vida, es alcalino (entre 7 y 7,3).
- El citosol, que es el océano de nuestras células, tiene un pH entre 7 y 7,4 es decir neutro o ligeramente alcalino.
- Las mitocondrias son los orgánulos que fabrican la energía celular o ATP y se rodean de un pH muy alcalino (8,4).
- También nuestra sangre es ligeramente alcalina.
Dieta alcalina y cáncer
Según lo que se deduce del gran descubrimiento de Otto Warburg, necesitamos que nuestro pH celular se mantenga básico para producir energía.
Si queremos entender porqué esto puede tener relación con nuestra alimentación …
Debemos preguntarnos que es una dieta alcalina.
Lo que hoy llamamos dieta alcalina, es en realidad una alimentación alcalinizante.
Y el porqué, según esto es sencillo.
Esta dieta ayuda a los procesos naturales que mantienen un PH alcalino en ciertas partes de nuestro cuerpo.
Por tanto, para tener más energía y salud encontramos como primera opción la alimentación alcalinizante.
Los alimentos que digerimos facilitan los nutrientes que llegan a nuestra sangre y a otros orgánulos.
A veces, estos nutrientes también pueden obtenerse de las reservas de nuestro propio cuerpo.
El objetivo de nuestro organismo es eliminar la acidez, aunque también utilice ácidos para los procesos digestivos. Ya que esta acidez es la responsable de la inflamación interna que conduce a todas las enfermedades.
Esta relación entre acidez y enfermedad es la descubierta por el gran Otto Warburg.
¿Como se consigue la alcalinidad a pesar de nuestros ácidos?
Nuestro estómago, para digerir las proteínas necesita un PH extremadamente ácido, puede llegar a 1.5 en la digestión de proteínas cárnicas. Pero estos alimentos ya salen del estómago con un PH básico, ya que la acidez dañaría nuestro intestino.
Afortunadamente tenemos mucha ayuda para poder alcalinizarnos. Nuestros órganos hacen un gran trabajo.
Debemos agradecer a riñón y pulmón ser importantes órganos alcalinizantes.
El riñón se encarga de eliminar ácidos a través de la orina. (ácido fosfórico, ácido clorhídrico, ácido láctico).
A través de los pulmones. La hemoglobina recoge el CO2 que se ha liberado con la digestión de los azúcares, grasas y carbohidratos y lo lleva al pulmón para exhalarlo.
Eliminamos CO2, que es ácido, porque es un deshecho para nuestro cuerpo.
Las albuminas, también recogen metales pesados y otras sustancias ácidas para eliminarlas.
Semejante al proceso de nuestro estómago, los lisosomas, que son los estómagos de las células, van a digerir las proteínas mediante un pH ácido.
Hasta este punto sacamos en claro:
1 – Para mantener básicos ciertos líquidos fundamentales (fluido intramitocondrial, sangre, semen y orgánulos internos), eliminamos los ácidos.
2 – Los alimentos alcalinizantes obviamente no producen acidez en nuestra sangre, no son una carga a la hora de trabajar por un pH alcalino.
3 – Pero sí existen alimentos que incrementan el trabajo de eliminación de ácidos, ya que son en sí mismos un aporte extra de acidez. Son los alimentos acidificantes.
No resulta entonces desatinado, incluso parece de sentido común que, ayudando con nuestra alimentación a estos procesos de liberación de ácidos, hacemos un gran favor a nuestro organismo.
Por lo tanto, he de afirmar que nos beneficiamos enormemente de una ingesta de alimentos con propiedades alcalinizantes, que no alcalinos, (el limón es muy ácido y nos alcaliniza como el que más).
La propiedad acidificante de algunos alimentos puede demostrarse con el Indice Pral
El índice PRAL recibe este nombre a partir de las iniciales del término inglés, Potential Renal Acid Load (carga ácida) y permite comprobar los deshechos ácidos de los alimentos ingeridos.
Generalmente nos referimos a alimentos acidificantes cuando no aportan minerales y por tanto el cuerpo requiere de un esfuerzo extra por eliminar la acidez que producen en su digestión (proteínas animales y alimentos ricos en glucosa).
Los alimentos alcalinizantes, como los vegetales, van a propiciar minerales y otros nutrientes que favorecen los procesos alcalinos y por tanto la creación de energía en nuestro cuerpo (ATP de las células).
Nuestros líquidos internos y orgánulos son principalmente alcalinos y necesitan de micronutrientes que, de forma específica, puedan contribuir a esa tarea de mantenimiento de alcalinización.
“Somos ácidos y alcalinos a la vez”
Además del estómago, existe otro gran órgano que necesita ser ácido para protegerse. Este órgano es la piel.
Por esto, acidez y alcalinidad tienen que estar en equilibrio. Este argumento se utiliza muchas veces para pasar por alto el núcleo del debate, es decir… ¿Es válido defender una alimentación alcalinizante?
Pero en este debate …
¿Qué se omite?
Gasto de reservas alcalinas
El gasto excesivo de nuestras reservas alcalinas (sodio, magnesio, potasio, calcio) se debe a un desequilibrio interno y es más peligroso de lo que nos imaginamos.
El correcto equilibrio de nuestros minerales lo descontrola el exceso de glúcidos, por ejemplo.
Los procesos alcalinizantes necesitan de ciertos nutrientes (minerales) que, si no son aportados por los alimentos, van a necesitar retirarlos inevitablemente de los huesos. (Osteoporosis).
Lo que comemos, lo que respiramos e incluso lo que pensamos (nuestros pensamientos inducen emociones y éstas desencadenan reacciones químicas en nuestro cuerpo), contribuye a alcalinizar o acidificar nuestro organismo.
El miedo, la ira y otras emociones negativas perjudican nuestro ambiente interno en gran medida.
Podemos hacer la prueba e ingerir más vegetales y alimentos ricos en minerales y enzimas (legumbres, frutos secos, germinados, etc.) y menos proteínas animales (carne, huevos, lácteos) e hidratos de carbono para después valorar si nos sentimos más vitales o no.
Esa es la mejor prueba de que la dieta alcalinizante funciona.
La dieta alcalina y los alimentos
En cualquier caso, cualquier dieta tiene que ser personalizada según necesidades específicas.
La popular dieta mediterránea sería, en principio, una buena base para este estilo de vida saludable y alcalino.
Aunque ya no es lo que era en su definición y ahora, en la zona mediterránea, como ya sabemos, se consumen muchas más grasas hidrogenadas, azúcares y bebidas carbonatadas.
Para más información recomiendo leer el libro que me ha servido de inspiración:
La dieta bioalcalina
(Rosa López Monís, bióloga molecular y nutricionista.)
En este libro, Rosa López presenta la mejor forma de alimentarnos para nutrir cada una de nuestras células, con el objetivo de conservar o recuperar la salud desde una perspectiva biológica.