¿Quién es tu mejor hermano? Mi vecino más cercano…

 

Justo desde ayer, tengo en casa conmigo, a mi querida máquina de refranes, mi madre. ¿Casualidad o causalidad? No lo sé, pero estoy feliz.

Ella tiene 95 años.

Me aprovisiona de refranes y frases hechas. Hasta de las más soeces y escatológicas, pero ingeniosas, de mi abuela. Era de otra época ¿qué quieres? Pero no puedo creer que siga aprendiendo nuevas genialidades, después de tantos años.

Vivo en un pueblo de la sierra de Madrid y trabajo desde casa, así que, no tuve ningún problema con ascensores, semáforos, trenes, metros o pagos con tarjeta (hice la compra temprano)

Como tuvimos que hacer todos, mi madre y yo tratamos de tomarlo con calma, y pensar que cada uno de nuestros familiares y amigos estaban bien. Hicimos un recuento de sus ubicaciones, actividad diaria, circunstancias actuales y por supuesto, si tenían cerca o no a un vecino de confianza, vivían aislados o en soledad…

Y mi madre claro, ya salió con el refrán de turno. ¿Quién es tu mejor hermano?… Mi vecino más cercano.

Ella vivió épocas especiales y siempre en Madrid, donde nació. Y vivir la guerra civil española con 6 años, y la posterior época de posguerra, pues… ¿qué voy a decir que no imagines ya?

Marcó su vida para siempre, en todos los sentidos.

Y por supuesto, muchas de las frases, anécdotas y chascarrillos que relaciona con la vida de hoy (aunque a veces, ni lo tenga), son los relacionados con experiencias de aquella increíble época.

Eso me hace recordar la gran diferencia con la sociedad actual. En cada momento de la historia, es como si la gente se volviera un calco. En el caso del papel higiénico y las pilas, me excluyo.

Yo debo ser un bicho raro, pero no me preocuparon los asuntos íntimos, por encima de los profundos, en pandemia; ni tampoco pensé en pilas para linternas ayer, cuando todos esperábamos pasar la noche sin luz.

En mi mente estaban mis queridas velas, que dan ambiente y son más cálidas. Aunque, relacionando la ausencia de pilas en casa, su precio también juega un gran papel (pero no salí a buscar, ni me preocupó, ya tenía radio en el móvil, ¿qué más quiero?)

Mi día, ayer se llenó de las historias de mi madre, las de siempre.

Como que en postguerra nadie tenía puertas en casa, porque las usaba para el fogón, como leña. Aunque mi abuelo escondió dentro de una (sería la única que conservaban), la pistola que tanto atemorizada a su hija mediana de ojos de gato y color turquesa, mi querida madre. (aysss… una pena mis genes).

En aquella época, muchos de los hermanos, amigos de la infancia, y grandes vecinos de toda la vida, se enemistaron por motivos políticos, y seguro fueron manejados por otros, con intereses más egoístas y ocultos.

Estamos viviendo momentos extraños, que por cierto, no me parecen predicciones de visionarios. Lo siento. Pero nos han tocado, y mientras veo a mis hijos adolescentes escuchando una radio en su smartphone, con caras entre emoción y preocupación (ya valoran la gravedad que pesa en la vida real), se me encoje el corazón por un lado, pero también dejo que la situación vivida acentúe mis lazos humanos.

Hoy me toca hablar de emociones, pero más allá de cómo se sienten en el cuerpo o de cómo te conectan para dar a conocer tu gran ayuda como profesional de la salud holística.

Ojalá la humanidad que llevamos dentro, sirva esta vez para entendernos y no para que al final, nos separen odios estúpidos, fabricados por otros.

¿Qué anécdotas interesantes tienes? ¿Te apetece comentar alguna? (Un poquito más abajo)

Estoy atenta.